EL EPISODIO DEL CHINO.(año 2003)
Fue hace unos meses atrás. Al momento de cerrar mi negocio, a eso de las 19:30, cansado y hambriento después del agotador laburo, que al poner el último candado a la cortina, me doy cuenta que el bus que me deja en la puerta de mi casa, justo acaba de pasar; y al siguiente para nada estaba dispuesto a esperar. Entonces patitas pà que te quiero, hasta que lo alcancé. Pero como iba demasiado lleno, fue que el "gentil" caballero al volante me abrió la puerta de atrás.
| Ya en el interior, mi deber era como es lógico, hacer correr las monedas para adelante y pagar mi pasaje. La persona que había mas a mano era un joven oriental, ve a saber tu de que nacionalidad; si ya estamos cada vez mas acostumbrados al "cosmopolitan" para fijarnos en ese tipo de detalles. | ![]() |
Aquí es donde viene mi anecdótica sorpresa, ya que el "chino"- (definitivamente "out" de nuestra cultura)- toma entre sus manos las monedas y se pone la "titánica misión" de ir ¡personalmente a pagarle al chofer!. Pero si será imbécil este chino, no me ha comprendido para nada.
Olvídense del desparramo de molestias y rumores de los chilenitos que viajaban en el bus, y de las risotadas de los otros cuatro amigos del chino que iban con él. Parece que justo era el mas ignorante a la cultura del, "subdesarrollado mundo del bus lleno". Y como es lógico para él, aplicó su superior y milenaria cultura, dando por hecho que mi deseo para el fue una orden.
No podía creer en ese instante, ¿como era posible que eso estuviera pasando?; mas encima al volver a ver a toda la gente del pasillo ser molestada nuevamente a su regreso, con toda la algarabía que ello conlleva.
Fue entonces que mi "mensajero" llego ante mi. Todas sus ropas, lente y cabello desordenados y mas aun cansado como perro, pero de todas maneras, con el boleto en sus manos. Sus amigos, todos con cara de turistas-estudiantes, no dejaban de reír y comentar en su incomprensible idioma, la acción del chinito won, ¡puchas que se las mandó mi recadero!.
Una breve reverencia de parte de él y mis sorprendidos agradecimientos, ponían la anécdota a su fin. A mi la risa me vino luego de un rato, después que se bajaron del bus, ahí en Santiago Centro. Me debo haber visto bastante tonto riéndome solo a la altura de la estación central, y por último.........-¡Chitas que estuvo divertida la sobremesa esa noche!.
FIN
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